7 de noviembre de 2011

El regreso de Irene.

Con delicadeza se quitó la petición del anular pretendiendo así tenerla aún mas cerca del corazón. Mientras apretaba la preciada sortija contra su pecho, una dulce sonrisa apareció en su rostro y sólo entonces pudo escribir en el papel de carta con membrete familiar una escueta nota-
-"Tu confianza ciega será la  fuerza que me ayude a volver, te adoro mi amado Marcelo."-

En la Estación.
El ir y venir de los viajeros aturdían su mirada.
Unos en camino o quizás regresando, otros buscando o en la búsqueda.
Aquellos huyendo. 
Los tristes, despidiendo al que parte y los jubilosos recibiendo alborotados;  
y entre todos ellos, Irene, que bajaba incomoda y presurosa los grandes escalones hacia el andén, con su vieja maleta de cuero de avestruz.
Quizás fue el tintineo al caminar de sus medallas y la sortija revuelta asomando por su escote,  lo que hizo que antes de entrar en el vagón 03 descansara un segundo para tomar resuello y pensar de nuevo.
Microrelato de Cristina Labad.