7 de noviembre de 2011


Estío.

Un aire gozoso y musical, moderadamente vivo, envolvía la tarde de estío.
La plácida charla, festiva pero habitual nos deleitaba, como en tantas otras puestas de sol.
Nos dispersamos sobre la hierba menuda, reclinados, reposados.
Ebrios de recreo y con afecto desinteresado, compartimos la primorosa jarra vidriada de dos asas rebosante de jugo de limón, agua, canela y miel.
Microrelato de Cristina Labad.