Mi querida amiga invisible.
Al entrar en aquel Anticuario, un joyero con forma de pato zancudo en bronce del periodo Prehelénico, llamó mi atención. Me acerqué y al abrirlo pude observar que el joyero escondía un minúsculo trocito de papiro perfectamente doblado, el cual a su vez escondía un nombre y una personalidad. La suerte quiso que desde aquel mismo instante, aquella personalidad se convirtiera en mi querida amiga invisible. Curiosamente, se llamaba Cristina. Minirelato de Cristina Labad.